LA MARCHA DE LA LOCURA
Por: Bárbara Truchman
I. UNA POLÍTICA CONTRARIA AL PROPIO INTERÉS
UN
FENÓMENO que puede notarse por toda la historia, en cualquier lugar o
período,
es el de unos gobiernos que siguen una política contraria a sus propios
intereses.
Al parecer, en cuestiones de gobierno la humanidad ha mostrado peor
desempeño
que casi en cualquiera otra actividad humana. En esta esfera, la sabiduría —
que
podríamos definir como el ejercicio del juicio actuando a base de experiencia,
sentido
común e información disponible—, ha resultado menos activa y más frustrada
de
lo que debiera ser. ¿Por qué quienes ocupan altos puestos actúan, tan a menudo,
en
contra
de los dictados de la razón y del autointerés ilustrado? ¿Por qué tan a menudo
parece
no funcionar el proceso mental inteligente.
¡Ojo con estos locos, que pueden desarmar un balín! |
Para
empezar por el principio, ¿por qué los jefes troyanos metieron a aquel
sospechoso
caballo de madera, dentro de sus murallas, pese a que había todas las
razones
para desconfiar de una trampa griega? ¿Por qué varios sucesivos ministros de
Jorge
III insistieron en coaccionar—en lugar de conciliarse— a las colonias
norteamericanas,
aunque varios consejeros les hubiesen avisado, repetidas veces, que el
daño
así causado sería mucho mayor que cualquier posible ventaja? ¿Por qué Carlos
XII
y
Napoleón, y después Hitler, invadieron Rusia, pese a los desastres que habían
acontecido
a todos sus predecesores? ¿Por qué Moctezuma, soberano de ejércitos
valerosos
e impacientes por combatir, y de una ciudad de 300000 habitantes, sucumbió
con
pasividad ante un grupo de varios centenares de invasores extranjeros, aun
después
de
que habían demostrado, más que obviamente, que no eran dioses, sino seres
humanos?
¿Por qué se negó Chiang Kai-shek a oír toda voz de reforma o de alarma,
hasta
que un día despertó para descubrir que el país se le había escapado de las
manos?
¿Por
qué las naciones importadoras de petróleo se entregan a una rivalidad por el
abasto
disponible,
cuando un frente unido ante los exportadores les habría permitido dominar
la
situación? ¿Por qué, en tiempos recientes, los sindicatos ingleses, en un
espectáculo
lunático,
parecieron periódicamente dispuestos a asumir a su país en la parálisis, al
parecer
bajo la impresión de que estaban separados de todo? ¿Por qué los hombres de
negocios
norteamericanos insisten en el “desarrollo” cuando, demostrablemente, está
agotando
los tres elementos básicos de la vida en nuestro planeta: la tierra, el agua y
un
aire
no contaminado? (Aunque los sindicatos y las empresas no sean, estrictamente,
un
gobierno.
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